Tangos para Agus

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La orquesta de Pichuco

Empezamos mal… No se puede hablar de una orquesta, sino de varias. Y aún en aquellas épocas cuando podemos hablar de una única orquesta, esta evolucionaba continuamente. No son características únicas de Troilo, pero si muy representativas de él.

Su primera orquesta típica, con la que debutó en el Marabú de Maipú 357 el 1 de julio de 1937, estaba formada por Orlando Goñi en piano, Roberto Gianitelli, Juan Miguel «Toto» Rodríguez y Aníbal Troilo en bandoneones, Reynaldo Nichele, Pedro Sapochnik y José Stilman en violines y Juan Fasio en contrabajo. El cantor fue Francisco Florentino

El 7 de marzo de 1938, con varios cambios (Eduardo Marino en lugar de Gianitelli, Hugo Baralis y David Díaz en reemplazo de José Sitlman, y Enrique «Kicho» Diaz ocupando el lugar de Juan Fasio), la orquesta grabó dos temas instrumentales para el sello Odeón, «Comme il faut» y «Tinta Verde».

Estas interpretaciones son muy buenas y con un estilo bien definido, teniendo en cuenta que se trata del debut discográfico de la primera orquesta formada por un joven de sólo 24 años.

En 1939, después de haberse presentado en las Radios Splendid y Belgrano, la orquesta típica se incorpora a Radio El Mundo, donde permanecerá durante una década; y en 1941 comienza sus grabaciones para el sello Victor, durante una primera etapa de 8 años durante la que se registrarán 188 tangos.

Para 1941, Troilo ha incorporado la figura del «arreglista». Ya hablamos, por ejemplo, de Garello y Piazzolla. Cada uno de ellos va a dejar su sello personal, pero sin que la orquesta de Troilo siga siendo, bueno, la orquesta de Troilo.

Entre sus cantores de esta primera etapa se destacan, primero, Francisco Fiorentino,

En abril de 1943 se incorpora el cantor Alberto Marino, con quien graban «Uno», el 3 de julio de ese año.

Al año siguiente, ya sin Fiorentino, se incorpora el cantor Floreal Ruiz

En 1947, sale Alberto Marino, y entra Edmundo Rivero, quien el 29 de abril graba «Yira – yira»…

En 1949, se incorpora el cantor Aldo Calderón. Pero para ese entonces está terminando su relación con RCA Victor, pasándose a TK, donde grabará 85 temas entre 1950 y 1956. Entre sus cantores se destacan Jorge Casal, Raúl Berón y, por supuesto, Roberto Goyeneche, con quien en 1956 graba Bandoneón Arrabalero,

Entre 1957 y 1958 Troilo vuelve a grabar para Odeón, donde había debutado dos décadas antes. Sigue Goyeneche, y se suma Ángel Cárdenas. Finalmente, en 1961 comienza su segunda etapa para RCA Víctor, que va a durar hasta 1971.

Mientras los 198 registros de la primera etapa con Víctor representan la época de oro del Tango, los 220 de la segunda ya son claramente de la vanguardia. Fijate en este famoso tango grabado el 25 de abril de 1963,

La primera etapa es de estilo decareano; más simple, pero con muchos matices, y siempre con la mira puesta en lo bailable. Compará el tempo ágil de la primera versión de Tinta Roja de 1938, con esta otra de 1971,

¿Qué diferencias hay entre ambas versiones? Obviamente, el tempo ágil de la primera, se ha vuelto en la segunda. Además, en esta última Goyeneche entra desde el comienzo, y no a la mitad del tango, como lo hacía Fiorentino. En otras palabras, la versión de 1938 es un tango para bailar, y la de 1971 es un tango para escuchar. Y el motivo es obvio, en la segunda mitad de la década de 1950 los lugares bailables comenzaron a cerrarse, mientras el tango perdía popularidad y vigencia. Y la misma suerte corrieron las orquestas típicas, que de pasar las noches girando entre milongas, se quedaron sin trabajo. Pocas se salvaron, y una de ellas fue la de Pichuco, que supo adaptarse al nuevo estilo que requerían las salas de teatro, al comienzo, y luego los LPs. La música deja de ser para escuchar en vivo, y pasa al ámbito privado.

En lugar de caer en la repetición de las «viejas glorias», Troilo supo incorporar los nuevos temas de la vanguardia, sin los saltos que le hubiesen llevado a perder a un público que lo seguiría bancando hasta el final.

Como bien dijo Hermenegildo Sábat,

Si uno escucha a Troilo desde su origen hasta el final, ve una evolución muy marcada, constante, en su forma de expresar la música y de vincularse con ella.

Y está bien terminar esta entrada con Sábat, a quien debemos una serie de retratos, publicados bajo el título «Pichuco» por Eudeba.

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