Obelisco
La Pizzería «Los Inmortales» fue fundada en 1952 por los hermanos Di Ciancia. Está ubicada en Corrientes 1362. Al fondo de la misma hay un cuadro pintado por Carlos Leonetti en 1955.
No es, precisamente, una obra maestra. Pero con Gardel, la Avenida Corrientes y el Obelisco, se ha transformado en una de las imágenes más icónicas de Buenos Aires.
Sin embargo, y aquí va la adivinanza: ¿Cuál es el error (deliberado, por cierto) de este cuadro?
Respuesta: Gardel falleció el 24 de junio de 1935, y el Obelisco recién comenzó a construirse el 20 de marzo de 1936. O sea que nunca «se conocieron».
De hecho, cuando Gardel murió, el Obelisco no existía ni en proyecto. Recién el 3 de febrero de 1936, el intendente Mariano de Vedia y Mitre firmó el decreto correspondiente.
Se comenzó a construir seis semanas después según un diseño de Alberto Prebisch y fue terminado en sólo 31 días por la compañía alemana G.E.O.P.E. – Siemens Bauunion – Grün & Bilfinger, con cemento Incor de fraguado rápido y revestido con piedra blanca de la Pampa de Olaen (cerquita de La Falda).
Su inauguración ocurrió el 23 de Mayo de ese mismo año.
Lamentablemente, hacia 1938 las lajas de piedra de Olaen comenzaron a desprenderse, y fueron reemplazadas por revoque.
O sea que, resumiendo, Gardel nunca vio o imaginó el monumento que se constituiría, muy a pesar de la mayoría de los porteños que presenciaron su construcción, en el principal símbolo de la ciudad.
Ahora, ¿qué veía Gardel cuando miraba hacia donde ahora está el Obelisco? Bueno, depende… En principio hubiese visto la iglesia de San Nicolás de Bari, construida en 1733, reconstruida en 1767 y nuevamente en 1903. El 23 de agosto de 1812 se izó allí la bandera nacional por primera vez en la Ciudad de Buenos Aires.
Agus, esta iglesia tiene importancia en la historia de la familia, ya que en ella bautizaron a la abuela Elena a fines de 1929.
Pero entre agosto y diciembre de 1931 esta hermosa iglesia fue demolida para dar paso a la Diagonal Norte, que va de Plaza de Mayo al Palacio de Justicia.
O sea que hasta 1931 Gardel hubiese visto la iglesia, y a partir de 1932, una zona baldía con una avenida cruzando la calle Corrientes en diagonal.
Lo terriblemente irónico es que el Obelisco conmemora el izamiento de la bandera ocurrido en la misma iglesia que justamente se demolió para hacerle lugar…
Muchos dicen que hay un segundo error en la pintura de «Los Inmortales», al mostrar una avenida Corrientes ya ensanchada. Pero el error no es tal. Desde 1910 existía una ordenanza que disponía ensanchar la calle Corrientes, por lo cual todas las construcciones nuevas debían adecuarse al nuevo trazado. De hecho, iban a caer en la picota todos los frentes que estuviesen sobre la vereda norte (exactamente, donde se ubicaba la iglesia de San Nicolás de Bari).
Las obras comenzaron en 1931, con el ensanche de la cuadra entre Uruguay y Paraná, y continuaron a partir de allí. Así que, Gardel llegó a ver la «Avenida» Corrientes desde Carlos Pellegrini hacia el oeste, tal como aparece en el cuadro, y en esta foto de 1936.
Otra cosa, Agus: Fijate que los coches están circulando por la mano izquierda, tal como lo hacen en Inglaterra. El cambio a circular por la derecha recién ocurrió el 10 de junio de 1945 a las 6 am.
Además, en el medio de la avenida, hay una «garita», una especie de semáforo humano…
Volveremos sobre el tema del ensanche de la calle Corrientes la próxima semana, ya que hay más que contar. Por ahora, regresemos al Obelisco pues, si se trata del monumento más reconocible de Buenos Aires, debe haber un montonazo de tangos dedicados a él, ¿no?. Bueno, no…
Durante una cena de homenaje a Prebisch, Baldomero Fernández Moreno escribió un soneto en una servilleta, y que se puede leer en una placa junto al mismo Obelisco.
¿Dónde tenía la ciudad guardada
esta espada de plata refulgente
desenvainada repentinamente
y a los cielos azules asestada?
.
Ahora puede lanzarse la mirada
harta de andar rastrera y penitente
piedra arriba hacia el Sol omnipotente
y descender espiritualizada.
.
Rayo de luna o desgarrón de viento
en símbolo cuajado y monumento
índice, surtidor, llama, palmera.
.
La estrella arriba y la centella abajo,
que la idea, el ensueño y el trabajo
giren a tus pies, devanadera.
Pero, obviamente, estos versos elegantes no dan para una tango.
Como decía, pasaron muchos años para que el Obelisco fuera aceptado por los porteños. Y así transcurrió toda la época de oro sin que hubieran muchos compositores dispuestos a rendirle culto.
Por ejemplo, tenemos que irnos hasta 1984 para encontrar un tango llamado»Obelisco». Fue escrito por Victor Proncet y Chico Novarro. Aquí en la versión grabada por Guillermo Fernández:
Otro tango, también llamado «Obelisco», fue escrito por Hipólito Torres e interpretado por su hija Gabriela Torres en 1997.
El tango «Entre Rejas» con música de Javier González y letra de Alejandro Szwarcman obtuvo la 1ra. nominación en el concurso de Tango de la Revista LA MAGA en 1996. Aquí lo escuchamos cantado por Patricia Barone acompañada por Javier Gonzalez en guitarra.
Para terminar, el excelente «Un sábado más», escrito en 1971 por el hijo pródigo del tango y camaleón musical, el ya mencionado Chico Novarro (a quien, sin duda, le dedicaremos una entrada en algún futuro cercano).
La boca del subte bosteza mi andar
rumbo a la salida de la Diagonal,
cuando el Obelisco le tira un mordisco
a una nube flaca que intenta pasar.
Es un viejo Apolo que nunca despega,
parado en la tarde de un sábado más.