Gino
Sus amigos lo llamaban Gino, haciendo justicia a su ascendencia italiana. Había nacido en Pescara, Italia, el 28 de mayo de 1902, pero ya con cinco años lo encontramos instalado en Villa Ballester, junto con su familia de inmigrantes. En 1918 comenzó a cursar Medicina en Córdoba, pero pronto abandonó sus estudios para dedicarse a sus otras vocaciones. Por ejemplo, escribía en revistas musicales, con el seudónimo de Leo Carter, y como guionista cinematográfico se hacía llamar Gabriel Peña.
Pero, posiblemente, si decimos que su nombre real era Luis César Amadori, aquellos que conozcan algo de cine argentino (y poco de tango), se preguntarán qué tiene que hacer en este blog.
En general, su nombre está fuertemente asociado a la gran época de oro del cine argentino. Dirigió casi 80 películas, la mayoría de ellas de un éxito descomunal. Sin duda se destaca «Dios se lo pague» de 1947.
Fue la primera película argentina elegida para optar al galardón de «mejor filme de habla no inglesa» en los premios Oscar. En general, no aparece en las listas oficiales, ya que en aquella época se trataba de un premio especial votado por la Junta de Gobernadores de la Academia; pero eso no le quita méritos.
Como guionista y director era totalmente multifacético. Por ejemplo, su primera película, «Puerto Nuevo» de 1936, es una obra melodramática con tangos incluidos, al mejor estilo de la trilogía de Lamarque y Ferreyra, y con Charlo como primera figura. Su segunda película, «El pobre Pérez» (1937) es -en cambio- una excelente comedia protagonizada por Pepe Arias.
Pero antes de consagrarse como director de cine, ya era un reconocido guionista, director y productor teatral. De hecho, llegó a ser propietario del Teatro Maipo. Y antes de eso, había sido periodista de «Última Hora» y «Caras y caretas».
Así fue como su legado en el tango quedó opacado por su fama como hombre del cine y del teatro. Y si exploramos un poco entre los temas de su autoría, vemos que, con esa de sus facetas, ya le hubiera bastado para hacerse de un lugar de privilegio en el panteón tanguero.
Aunque es justo decir que tal vez no hubiese llegado al tango, si no hubiese sido a través de su relación con el teatro.
Como teníamos siempre en nuestra compañía una estrella que cantaba tangos —Azucena Maizani, Mercedes Simone y la más querida y recordada, para mí, Sofía Bozán—, empecé a escribir letras para tangos
Una de sus asociaciones creativas más importantes se dio con Discépolo. Fijate en algunos de los tangos que escribieron juntos: «Confesión» de 1931,
«Alma del bandoneón» de 1935, sobre el que ya hablamos la semana pasada; y «Desencanto» de 1936,
Por su parte, con Charlo escribieron Cobardía (1932),
Rencor (1932),
Tormento (1934)
y Viejas alegrías (1937) (un tango que me gusta mucho)
Aquí va una selección personal de otros de sus tangos. Algunos muy conocidos, otros no tanto…
Como ya viste, Gardel le grabó varios de sus tangos, y los grandes compositores les pusieron música a sus poesías. Después, se convirtió en el gran director de cine. En 1947 se casó con la famosa actriz Zully Moreno (1920 – 1999), a quien dirigió en muchas películas entre las que se cuenta, justamente, «Dios se lo pague».
Pero la política. Siempre la política… En 1955, después de la revolución que derrocó a Juan Domingo Perón, tuvo que emigrar a España, donde continuó con la dirección de películas de gran éxito, entre ellas «La violetera», protagonizada por Sara Montiel. El tema que da título al filme es casi el himno no oficial de Madrid.
Pero todo pasa, y finalmente, Luis César Amadori y Zully Moreno pudieron regresar a Buenos Aires. Y en Buenos Aires falleció el 5 de junio de 1977 a los 75 años.
Bueno, ya terminé la biografía de Amadori y todavía no mencioné el que tal vez sea su tango más conocido, inclusive a nivel internacional. Lo compuso junto con Francisco Canaro en 1931; y de hecho es tan importante, que vamos a dejarlo para la próxima semana. ¿Qué te parece? Un poco de suspenso…