Delfy
Los Delfino tenían un buen pasar como propietarios de la confitería del primer Politeama en Corrientes 1490, aquel teatro lírico-dramático que se inauguró en 1879 con la presencia del expresidente Domingo Faustino Sarmiento.
Así que pudieron darse el lujo de enviar a su hijo Enrique a estudiar a Turín, en Italia. Cuando regresó en 1910, con 14 años ya cumplidos, empezó a trabajar como pianista en el cine mudo, lo cual fue puliendo sus dotes de gran improvisador.
Tenía talento, sabía mucho de música, y amaba la Ópera. Pero también le gustaba la vida nocturna. En 1912 se fugó a Montevideo, para llevar una vida bohemia de pianista, compositor de tangos, actor y humorista. Algo así como un solista precursor de Les Luthiers. Sus bases de operaciones estaban en los bares Victoria y Au bon marchè. De esa época viene su apodo, «Delfy».
Permaneció en Uruguay siete años, durante los cuales compuso más de veinte tangos, entre ellos el hermoso «Sans Souci» (1917),
… y nada más ni nada menos que «Re-Fa-Si».
Sobre este tango hay dos historias. Una, muy probable, es que en aquellos años finales de la guardia vieja, los compositores no se preocupaban mucho por ponerles títulos a sus tangos antes de estrenarlos, así que los músicos de las orquestas solían llamarlos por sus primeras tres notas. La otra historia tiene que ver con una apuesta. No se si es cierta.. Tal vez… Pero, se non è vero, è ben trovato.
Pero, para los conocedores, el tango más innovador de esa «época montevideana» es Belgique, escrito en homenaje al país asolado por los alemanes durante la gran guerra.
Con todo, la gran novedad de este período es Belgique, estrenada en 1916. Es un tango eminentemente melódico en sus dos primeras secciones, con diseños independientes en cierta medida de la tiranía del acorde que lo sustenta y con movimientos por grados conjuntos que prenuncian algunos de los cambios que irrumpman en el tango de la década del ’20. Incluso las inversiones anotadas en el acompañamiento (y respetadas por Fresedo en su registro de bandoneón solo de 1920) determinan una línea de bajos ascendentes o descendentes por grados conjuntos. En la segunda sección Delfino comienza con un motivo de dos sonidos largos descendentes cuya descripción y sus implicancias melódicas y formales ya hemos detallado en trabajos anteriores.
En esta idea tan nueva conviven este motivo generador originalísimo con un consecuente de 2 compases de corte rítmico a la usanza de la Guardia Vieja. La irregularidad desatada por este motivo puede ser analizada aquí claramente al incluir Delfino en el cuarto compás la anacrusa de la segunda frase ausente al comienzo. La resultante de este recurso es una sección de 4 frases de 3, 4, 3 y 4 compases cada una. El componente emocional, sin embargo, es mucho más importante: la sección comienza desde la máxima tensión.
Históricamente este motivo no tiene antecedentes, siendo éste el tango más antiguo en el que lo hemos encontrado. Sería utilizado más adelante por Greco en Ojos negros (1918), Cobián en Pico de oro (c.1919) y nuevamente por Delfino en Milonguita (1920), aunque en estos dos últimos con una funcionalidad a la que haremos referencia más adelante. A pesar de que Fresedo hace resaltar el componente rítmico separando marcadamente los incisos, incluso el Trío de Belgique tiene el componente melódico muy desarrollado. Este desfasaje entre lo compositivo y lo interpretativo sería muy frecuente en los albores de la nueva era tanguera que se inauguraría ca. 1920. En este caso, por necesidades estrictamente musicales y no textuales, Delfino compuso este tango, único y sorprendente, anticipando muchas de las características melódicas del tango de la Guardia Nueva.
Pablo Kohan: «El lenguaje compositivo de Enrique Delfino», revista del Instituto de Investigaciones Musicológica «Carlos Vega», Nro. 14, 71 (1995). pp. 76-77
De regreso en Buenos Aires, integró el «cuarteto de maestros», con Osvaldo Fresedo (bandoneón), David «Tito» Roccatagliata (violín) y «Vivorita» Agesilao Ferrazzano (violín).
Posteriormente, con los dos primeros viajó a Estados Unidos en el vapor «Martha Washington». Tal vez haya sido la primera vez que un grupo de verdaderos músicos de tango pisaba suelo norteamericano. A su llegada se les unieron el argentino Alberto Infante Arancibia (o el chileno Arancibia Rodríguez, según otras fuentes) en el violín, y el alemán nacionalizado norteamericano Hermann Meyer en el violoncello.
Hay confusión sobre los intérpretes, ya que en las planillas de la grabadora, Rocatagliata figura como «Tito Delfino», Arancibia como «Alberto Infantas» y Hermann Meyer como «Alfred Lennartz».
El quinteto recibió el nombre de «Orquesta Típica Select». Grabaron en los estudios de Victor Talking Machine Co. (posteriormente RCA Victor) en Camden, New Jersey, durante nueve días entre el 24 de agosto al 2 de setiembre de 1920. Cuatro de esas sesiones fueron realizadas sólo por Delfino en el piano.
Se registraron 54 placas, todas en base a partituras publicadas, con una excepción, el tango «Calle Corrientes», compuesto por Delfy unos días antes de su grabación.
Este paso de Delfino, Fresedo y Rocatagliata por Norteamérica es legendario. y sus grabaciones son perseguidas por los coleccionistas; más aún teniendo en cuenta que la orquesta se disolvió inmediatamente.
A su regreso, Delfy se afianzó rápidamente en el gusto popular. Como intérprete, era uno de los mejores pianistas de su generación.
Y como compositor, bueno… Tengamos en cuenta que el repertorio tradicional cuenta con más de 40 tangos escritos por el, destacándose «Griseta» y «Milonguita».
Sobre esté último tema hablaremos la semana próxima. Muchos lo ubican, junto o por encima de «Mi noche triest» entre las bisagras que definieron la gran transformación hacia la Guardia Nueva.
En la famosa película «Los tres berretines» (1933), el único tango que se escucha, es de su cosecha. Fijate, Agus, en Aníbal Troilo, con sólo 18 años. El cantor es Luis Díaz.
Gardel le grabó 26 temas. Entre ellos, justamente, «Araca la cana»,
Delfy hizo varias visitas a Europa, y durante una de ellas colaboró con Gardel en su primera película, «Luces de Buenos Aires» (1931).
Algunos de sus temas se hicieron tan famosos, que trascendieron el tango. Tal es el caso de «La copa del olvido»,
aquí en la voz del Bienvenido Granda, «bigote que canta»,
o en la interpretación del famosísimo «Trío Los Panchos»,
Repasemos cuatro de sus tangos más conocidos:
Hacia 1938, Delfy empezó a experimentar los comienzos de una ceguera que se iba a incrementar con el paso del tiempo. Falleció de una hemiplejia en 1967, a los 76 años.
Para terminar la entrada de hoy, escuchemos el homenaje de Astor Piazzolla, en su fusión de «Recuerdos de Bohemia» y «Milonguita»,