Cadícamo
Este sería un plagio descarado del «Cambalache» de Discépolo, …
El ladrón es hoy decente A la fuerza se ha hecho gente Ya no encuentra a quién robar Y el honrao se ha vuelto chorro Porque en su fiebre de ahorro Él se "afana" por guardar
… si no fuese porque se escribió en 1932; o sea, tres años antes. Y, bueno, pura «casualidad» (?).
La música es del uruguayo José María «Indio» Aguilar, uno de los guitarrista de Gardel (y único sobreviviente del accidente de Medellín); y la letra de Enrique Cadícamo. Y, obviamente, fue grabado por Gardel, un honor que -por llegar tarde- no pudo tener Cambalache.
Y justamente, hoy vamos a hablar de Cadícamo. Nació con el siglo XX en General Rodríguez, para ser más exactos el 15 de julio de 1900. Y por muy poquito no llegó a ver el siglo XXI, ya que falleció el 3 de Diciembre de 1999.
Con 18 años trabajó en el Consejo Nacional de Educación, junto con el gran Leopoldo Lugones. Así que no es de extrañar que su primer libro de poemas «Canciones grises» (1926) muestre influencias del Modernismo. Sus versos alejandrinos fueron comentados (¿por el mismo Lugones?) en la edición del 12 de noviembre de La Nación de la siguiente manera,
Todas las composiciones de este libro de versos demuestran que el autor posee innegables facultades de poeta. La naturaleza del amor, la melancolía y la muerte despiertan en su espíritu hondas emociones artísticas (…) El Sr. Enrique Cadícamo tiene singular facilidad para versificar.
No teme las rimas despóticas ni los ritmos fijos (..) Destácase su hermoso poema «De profundis», donde hay estrofas tan inspiradas como estas:
Son unos perros flacos con ojos de rameras que pasan arrastrando quién sabe qué dolor; van en la noche fría soñando las quimeras de esos tristes que nunca conocieron amor. Bastardos que nacieron bajo un claro de luna, a la luz enfermiza de las constelaciones, que llevan en sus almas como fatal fortuna la amargura infinita de las tristes canciones.
Las «Canciones grises», musicales y sinceras, atestiguan que su autor es un lírico de quien puede esperarse mucho. No es, así, arriesgado afirmar que dentro de poco tiempo nos ofrecerá el señor Enrique Cadícamo nuevas obras poéticas dignas de un amplio elogio.
Y, si. De este muchacho podía «esperarse mucho». Además de este libro, hoy prácticamente imposible de encontrar, publicó otros dos: La luna del bajo fondo (1940) y Viento que lleva y trae (1945).
Pero, sin duda, Cadícamo estaba destinado a ser poeta de Tango. Y ahí tenemos «Pompas de jabón» (1925), el primero de los 22 tangos que le grabó Carlos Gardel.
Durante su larga carrera, Cadícamo escribió ¿cuántos?, ¿mil temas? ¿más?… Posiblemente. Así que es difícil elegir unos pocos para incluir en esta entrada.
Aquí va una selección personal, en las voces de Gardel y mis cuatro favoritos (Goyeneche, Graña, Rivero y Sosa),
Un homenaje a Gardel, escrito el año siguiente a su fallecimiento:
Así empezó mi vuelo de zorzal... Los guapos del Abasto rimaron mi canción.
Este tango se llamaba originalmente, «Los dopados». Pero en 1943 la censura forzó los cambios de título y letra.
Además de ser uno de los grandes poeta del tango, Cadícamo fue autor teatral, director, guionista y actor de cine.
Konex de Platino en 1985, Ciudadano ilustre de Buenos Aires en 1987, y Personalidad Emérita de la Cultura Argentina en 1996… Y todavía le quedaba cuerda…
En 1996, Adriana Varela lanzó un disco con composiciones inéditas de Cadícamo, quien diría que…
“Son tangos antiguos, tangos que yo tenía hace muchísimos años, y que, jamás había pensado resucitarlos, no? Escritos hace 70 años, cuando yo era una criatura. Quiere decir que había un material que podía ser novedoso después de tantos años. Y ahí estamos manos a las obras. Y ahora acaban de grabar uno, uno de esa tanda, y que pienso que va a salir muy bien cunado pase por los labios de esta chica, que canta maravillosamente estas cosas nuestras, Varela”.
Son tangos bien reos, con letra «y música» de Cadícamo, con mucho lunfardo y mucha gracia. Y es cierto; la voz de Adriana Varela parece hecha para estos tangos canyengues.
Cuando el gotán era puro y estoy hablando del veinte, los nenes de cuello duro bailaban buscando la bronca inminente. ...
Agachado y compadrito viene el negro Lavandina con un "8" y una mina que es una barbaridad
Y como cierre de esta semana, una frase del mismo Cadícamo:
Éxito es andar por la calle escuchando que la gente silba un tango de uno. Esa es la mayor gloria para un autor. Aunque el que silba no sepa el nombre ni quién lo hizo.