La Cachila
A comienzos de 1921, Arolas regresó a Montevideo. Actuaba en varios cafés, casas de baile y casas particulares. A pesar de todos sus problemas, su inspiración estaba intacta. Dicen que durante una función escribió (¿improvisó?) cuatro tangos al hilo: Bataraz, Palmo a palmo, Palo errao, y Pobre gaucho
Y es durante esta estadía en Montevideo cuando escribió otro de sus tangos más famosos, «La Cachila». Para algunos, el título hace referencia a un pájaro pequeño de la zona rioplatense. Pero en Uruguay se llama «cachila» a un «auto viejo». Y como se compuso en Uruguay, es probable que ese sea el origen del nombre.
A diferencia de otros de sus temas, «La Cachila» ha sido grabado por la mayoría de las grandes orquestas, Fresedo (1927, 1931 y 1979!), Los provincianos (1931), Di Sarli (1941 y 1952), Pugliese (1945 y 1952), Troilo (1953 y 1967)), Pontier (1956), Lucio Demare (1957), Salgán (1957), Los astros del tango (1958), Héctor Varela (1967), Basso (1970), Sexteto Mayor (1977), Fresedo (1979), Los solistas de D’Arienzo (1987), Color Tango (1998), Matilde Vitullo (2019), …
De esta larga lista, me quedo con las versiones de Troilo,
… y Piazzolla.
Creo que con este tango Arolas logró una obra cumbre que, obviamente, iba a trascender su tiempo. Ha pasado un siglo, y todavía parece moderno, ¿no?
En 1922 volvió a Europa. En Madrid mantuvo un breve romance con Flora Merino; y ya en París conoció a la que sería su última pareja Bernadette, quien trabajaba en el cabaré «Le Perroquet».
Y es en París donde compuso su último tango, «Place Pigall».
A diferencia de todos sus otros tangos, este tenía una dedicatoria múltiple:
«A mis buenos amigos y colegas Francisco, Rafael, Juan y Mario Canaro, Rafael Tuegols, Agustín Bardi, Samuel Castriota, Luis Riccardi, Ernesto Ponzio y J. Schumajer. – Dedico afectuosamente»
¿Esta dedicatoria, era una despedida? Puede ser… Arolas estaba llegando al final de su vida, y posiblemente lo presintió.
Falleció el 29 de setiembre de 1924 a las 18:55 en el Hospital Bichat. La causa de su muerte quedó asentada como debida a tuberculosis. Tenía sólo 32 años.
Otros dicen que esa partida de defunción fue una tapadera para la tremenda golpiza que le dieron unos «macrós» (proxenetas).
Desde entonces las vecinas, siempre dicen con tristeza que amasijao por sorpresa, en una calleja sola, fue que murió Eduardo Arolas por robarse una francesa.
Pero ¿qué nos dice esta historia, ya sea real o apócrifa? Por los lugares que frecuentaba, su forma de vestir, y por las que fueron sus parejas, es posible que Arolas fuera él mismo un «caficio», es decir, un proxeneta. Obviamente, no puedo estar seguro, pero esta imagen de Arolas con un par de amigas junto a su «voituré» en una calle de París, parecería indicar que lo era…
Sus restos fueron repatriados en 1954. Llegaron a Buenos Aires el 19 de abril. El cortejo fúnebre paseó primero por Barracas (donde hoy una calle de apenas 50 metros lleva su nombre) antes de enfilar hacia la Chacarita. El panteón de SADAIC (Sociedad Argentina de Autores y Compositores) es la última morada del «Tigre del Bandoneón».