Recordando a Arolas
Habrás notado, Agus, que he dedicado tantas entradas a Eduardo Arolas, como a Gardel y Piazzolla. Pero ¿fue tan importante para el tango cómo estos dos grandes? ¿Son sus tangos tan buenos? Puede que sea una cuestión de opiniones. Pero, por mi parte, no tengo ninguna duda. Arolas fue una de las figuras más importantes de la historia del Tango.
No se conservan todos los tangos que escribió. Pero conocemos una centena y varios de ellos son verdaderas obras maestras del género. Mi top ten (en orden alfabético) serían
- Comme il faut
- Derecho viejo
- El Marne
- Fuegos artificiales
- La cachila
- Lágrimas
- Maipo
- Marrón Glacé
- Rawson
- Una noche de garufa
En 1967, Anibal Troilo ensambló siete temas de Arolas en un solo tango. Se trata de La guitarrita, El Marne, Maipo, Comme il faut, Catamarca, Derecho viejo, y La cachila.
Arolas fue el primer gran compositor del Tango, y uno de los primeros virtuosos del bandoneón. Su corta vida fue como un relámpago que catalizó la transición de la Guardia Vieja a la Guardia Nueva. Su obra era moderna cuando la creó, y sigue sonando actual un siglo después; con una atemporalidad que destaca Jorge Luis Borges en su poema «El Tango», publicado en el libro «El otro, el mismo» de 1964.
¿Dónde estarán?, pregunta la elegía de quienes ya no son, como si hubiera una región en que el Ayer pudiera ser el Hoy, el Aún y el Todavía. ... En la música están, en el cordaje de la terca guitarra trabajosa, que trama en la milonga venturosa la fiesta y la inocencia del coraje. Gira en el hueco la amarilla rueda de caballos y leones, y oigo el eco de esos tangos de Arolas y de Greco que yo he visto bailar en la vereda, en un instante que hoy emerge aislado, sin antes ni después, contra el olvido, y que tiene el sabor de lo perdido, de lo perdido y lo recuperado. ...
Este es uno de los pocos poemas grabados por el mismo Borges.
Por su parte, el poeta del lunfardo, Daniel Giribaldi (1930 – 1984) le escribió este breve poema, llamado «Lorenzo (Eduardo) Arolas»,
No condenso algo inmenso, no, Lorenzo; alzo al bardo en lunfardo mi güiscardo y se hace nardo el cardo del lunfardo cuando en el rango de tu tango pienso. Hecho nardo, perfuma un algo inmenso: el arremango de tu tango, Eduardo, flor de cardo que el viento lleva al bardo hasta Dios y que a Dios lo pone tenso. Tenso, juna a una paica que es la parca milongueando con vos entre las olas de un tango tuyo, "Cardos", "Catamarca"... No manya. ¡Si hasta Dios se queda en bolas al compás del canyengue que le marca desde la Eternidad, tu fueye, Arolas!
Julián Centeya no se iba a quedar atrás, y también le escribió… y recitó… un poema,
Ya en 1938, la orquesta de Julio De Caro grabó el que posiblemente sea el primer tango dedicado a Arolas. La música es de Gabriel Clausi y la letra de Mario César Gomila.
En 1949, el gran poeta del tango, Enrique Cadícamo, le escribió unos hermosos versos, a los que Ángel D’Agostino les puso música,
Mucho más cerca en el tiempo, Osvaldo Pugliese le dedicó un tango instrumental; es decir que, como los temas del mismo Arolas, no tiene letra.
En 1951, coincidiendo con la repatriación de los restos de Arolas, Héctor Marcó le dedicó el poema «El fueye de Arolas»,
Y allí estás acurrucado... ave dormida y cantora, velando el profundo sueño de aquel que fuera tu dueño mi viejo fueye de Arolas.
Pedro Laurenz les puso música a estos versos; y lo mismo haría Sebastián Piana con el poema «Recordando a Arolas», de León Benarós. Este tema sirvió de cortina musical para los títulos de la película dirigida por Manuel Romero en 1951.
Y terminemos la entrada de hoy con esa última estrofa,
Si algún organito añejo pasa por el arrabal o alguien silba -bien o mal- el tango Derecho Viejo, nos estremece el pellejo su responso milonguero y un réquiem arrabalero tirita en las calles solas… Es que rezan por Arolas y hay que sacarse el sombrero!