Pequeña Libertad
Josefa Bouza (1863 – 1932), conocida como «Pepa», había llegado a Rosario desde la Coruña. Al enviudar, contaba con cinco hijas y dos hijos a su cargo. Pero conoció a un uruguayo de ascendencia francesa, diez años menor que ella. Su nombre era Gaudencio Lamarque (1874 – 1947). Juntos tuvieron tres hijos más, de los cuales sólo la más pequeña, nacida el 24 de noviembre de 1908, sobrevivió a la infancia.
Como Gaudencio era anarquista, no es de extrañar que le pusiera por nombre «Libertad» a esa niña bonita y menuda. Ya de muy joven, la pequeña Libertad sintió una fuerte atracción por la actuación. Con poco más de siete años, Libertad ya actuaba en funciones a beneficio de los presidiarios, y a los doce se presentaba en festivales sindicales con el grupo de actuación «Los Libres». Como recordara años más tarde la anarcosindicalista Juana Rouco Buela (1889 – 1969),
Esta agrupación realizó varios actos culturales en locales cerrados y plazas públicas. […] En [una de] esa función fue donde por primera vez se presentó para cantar Libertad Lamarque, hija del compañero Lamarque, que formaba parte de la agrupación. Libertad era una niña de más o menos 12 años y me tocó a mí ensayarla y lo hizo muy bien. ¡Quién podría pensar que sería esa la iniciación de una carrera artística tan brillante como lleva realizada Libertad Lamarque!, la que nunca se separó totalmente de nuestro ambiente…
Juana Rouco Buela: «Historia de un ideal vivido por una mujer» (La Malatesta, Buenos Aires, 1964)
Con 15 años, junto con la compañía teatral de José Constanzo, realizó una gira por la Provincia de Buenos Aires. Al año siguiente, se instaló en Buenos Aires y debutó en el Teatro Nacional de Pascual Carcavallo.
La casa familiar estaba en Corrientes 1262, mientras que su padre instaló una hojalatería en Paraná 254. Justamente en Corrientes al 1200 hay una placa de bronce dedicada a Libertad Lamarque; una de las cuarenta que se instalaron a lo largo de la avenida por iniciativa de Ben Molar, en homenaje a distintas figuras del tango.
Un dato interesante. Mientras muchas figuras cambiaron sus nombres originales por otros más «artísticos» o «glamorosos»; como Hedwig Kiesler, por Hedy Lamar; o Rosa María Juana Martínez, por Mirtha Legrand; la pequeña Libertad no tuvo necesidad de hacerlo. «Libertad Lamarque» ya sonaba bien de entrada; y así quedó.
Bueno, siguiendo con la historia, a lo largo de cuatro temporadas, Libertad actuó en más de quince obras, mientras estudiaba actuación, y pasaba de extra a papeles más destacados como «damita joven». También iba incorporando varios temas a su repertorio, entre ellos algunos tangos.
Ya para 1925 era una figura reconocida, y llegó a actuar en una obra de agasajo durante la visita del Príncipe de Gales a Argentina. En 1926 hizo su debut radial en Radio Prieto. El 2 de setiembre de ese mismo año grabó su primer disco para RCA Víctor, con los temas «Gaucho sol» y «Chilenito», y el 8 de noviembre, su primer tango:
Su registro de soprano ligera, que alcanzaba un A5 (la4), puede sonar demasiado alto para nosotros, ¿no? Pero era muy del gusto de la época y se adaptaba perfectamente a los pobres medios de grabación de aquel entonces.
Ese mismo año, y a pesar de la oposición familiar, Libertad se casó en Emilio Romero, un apuntador del Teatro Smart. Al año siguiente nació Mirtha (1927 – 2014), la única hija que tendría Libertad Lamarque.
En 1929 ya es protagonista en el famoso sainete «El conventillo de la Paloma», pero su personaje arrabalero, llamado «Doce pesos», no era para ella. Poco a poco se va alejando de ese arquetipo para amoldarse al de la joven de clase media, pulcra y refinada. En ese punto se separa de las otras grandes cancionistas de la época, como Azucena Maizani, Mercedes Simone y, especialmente, Tita Merello.
En 1929 hace su debut cinematográfico en una película muda, «Adiós, Argentina».
En 1931 fue elegida como «reina del Tango», y al año siguiente, luego de una gira por el interior, participa en la primera película sonora argentina «¡Tango!», estrenada el 27 de abril de 1933 en el Teatro Real de Corrientes y Esmeralda. De hecho, su popularidad es tal que en los títulos y en la cartelería, su nombre aparece por encima de todos los otros.
Podemos verla interpretando el tango «Andate (No te vayas)», de Rodolfo Sciammarella y Roberto Fontaina.
En 1935, protagoniza junto a Santiago Arrieta, la película «El alma del bandoneón» de Mario Soffici. Claramente es una película hecha a la medida de Libertad Lamarque, donde ya se reconoce y afianza su estilo melodramático de actuación. Allí realiza una excelente interpretación de un excelente tango; el que da título a la película, de Enrique Santos Discépolo y Luis César Amadori.
Para ese entonces, ya había grabado más de un centenar de temas,
… de afinación impecable […], voz juvenil y algo cursi y con cierta inestabilidad de repertorio, fluctuante entre tango, folclore, canciones españolas y ritmos surtidos.
Héctor Benedetti: «Nueva Historia del Tango» (Siglo XXI, Buenos Aires, 2015) p. 158
Terminada la filmación de «El alma del bandoneón» realizó una gira por Argentina, Perú y Chile. Justamente, durante su estadía en Santiago, en un estado de profunda depresión, se arrojó desde el balcón de su habitación. Ya no soportaba la vida con su esposo alcohólico, jugador y violento.
Parecía que la corta y meteórica vida de Libertad iba a terminar en tragedia. Pero la suerte no quiso que así fuese. De hecho, ese acto de desesperación iba a marcar el inicio de una de las etapas más brillantes en la vida de quien sin duda es la actriz y cantante argentina más famosa de todos los tiempos.