Charlo
Su nombre completo era Carlos José Pérez de la Riestra, y había nacido el 7 de julio de 1906 en la estancia familiar «El Avestruz», ubicada en el «Territorio Nacional de La Pampa». En 1922 la familia se instaló en el barrio porteño de Belgrano, donde Carlos continuó con los estudios de música (guitarra, piano, violín, armonía, contrapunto, composición…) que había comenzado en la localidad bonaerense de Puán, cercana a la estancia.
Y en un fin de curso, acá en Buenos Aires, se hizo una fiesta en el cine General Belgrano, donde toqué el piano y canté; estaban los dueños de Radio Cultura, un señor De Bari, que era diputado, y un señor Del Ponte. Nos hicieron una invitación a mí y a otros de los muchachos que habían actuado, para visitar la radio. Un día me picó la curiosidad y fui. Toqué el piano y canté. Empezaron a llamar por teléfono. El caso es que me vinieron a buscar para actuar y grabar. Ahí empezó mi carrera.
Poco a poco fue abandonando sus estudios de abogado, para dedicarse de lleno al Tango, con el nombre artístico de Charlo. Comenzó como estribillero de las orquestas de Roberto Firpo y, posteriormente, de Francisco Canaro y de Francisco Lomuto.
También inició su prolífica carrera como compositor. Entre los tangos musicalizados por Charlo podemos destacar «Rencor» (letra: Enrique Cadícamo, 1932)
y «Fueye» (letra: Homero Manzi, 1942)
Como cantor, su estilo inicial fue gardeliano. Escuchemos el mismo tema «Flor de Fango» (Pascual Contursi y Augusto Gentile, 1917), primero en la voz de Gardel,
y ahora, en la voz de Charlo,
En esta comparación, Charlo canta más como Gardel que Gardel mismo, ¿no? El motivo es que la grabación de Gardel es de 1919, cuando todavía era tenor, mientras que Charlo, en su grabación de 1937, está en su tesitura natural. Además, la grabación de Gardel es en formato mecánico, mientras que la de Charlo ya es eléctrica.
Charlo y Gardel compartían una voz parecida, una buena estampa, y un especial refinamiento en el vestir. De hecho, en la década de 1930, el «estilo Charlo» se volvió tendencia.
Es natural que, en el comienzo de su carrera, Charlo se volviera famoso tomando como modelo a Gardel.
Pero con el paso del tiempo fue adquieriendo un estilo propio. Como el mismo diría,
Muchas cosas tenía para escuchar, lógicamente a Gardel. Y era caer en una huella muy trillada.
El siguiente tango, llamado «¿Y qué más?», fue compuesto por Charlo y Cadícamo, y fue grabado en 1937 por el mismo Charlo. Tanto el tema como la forma de cantarlo son muy poco gardelianas. Agus, escuchalo con atención hasta el final…
La relación entre Gardel y su joven colega siempre fue de amistad. En una oportunidad, Gardel le regaló su propio sombrero y la siguiente foto con una dedicatoria:
Esa sería la última vez que ambos cantores se verían, ya que poco después, en 1935, Gardel falleció en el accidente aéreo de Medellín.
Una década más tarde, Charlo estaba terminando una exitosa gira de tres años por América Latina, cuando el avión trimotor en el que viajaba tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia en un afluente del Amazonas, en la frontera entre Brasil y Venezuela. Pero esta vez, todos sobrevivieron.
Charlo siguió componiendo, grabando y presentándose en público hasta bien entrada la década de 1970. También actuó y cantó en varias películas. Entre sus grandes amigos se contaron Edmundo Rivero, Ignacio Corsini y Homero Manzi.
Charlo no sólo fue compositor, cantor y actor, si no también un buen pianista. Aquí va una interpretación de un tango propio, realizada en 1970.
Ahora, ¿cómo puede ser que un compositor e interprete de su talla, con pinta, con talento para la actuación, la composición y el canto, y con una fama inmensa no sólo en Argentina sino también en toda América Latina, España y Francia, haya pasado al olvido? Casi es una nota a pie de página en la historia del Tango.
Sin embargo, no todo está perdido. Por ejemplo, hace pocos meses, Agustín Fuertes estrenó un álbum dedicado a los tangos de Charlo, muchos de los cuales -por cierto- forman parte del repertorio tradicional.
Pero, ¿y su voz? Si buscás, vas a encontrar una enorme cantidad de grabaciones de Charlo. No todo es bueno, ni todo es malo. Muchas de sus interpretaciones se destacan por su manera tan particular de frasear y su habilidad para la «floritura». Creo que merece una nueva oportunidad…
«Ave de paso» (letra: Enrique Cadícamo, 1937)